Muchos giros de negocio tuvieron que cerrar sus puertas, a excepción de los servicios básicos, el Viernes Santo fue uno de los días más silenciosos y aislados para la ciudad primaveral, aunque algunos pese a las medidas impuestas prefirieron trasladarse a las capillas sin tener éxito de ingreso, porque estaban cerradas.
Los que más sufrieron fueron los comerciantes ambulantes que no pudieron expender sus productos tranquilamente y sus ingresos fueron mínimos en estos cuatro días de cuarentena.
Como vemos, fue una Semana Santa fuera de la común sin turismo interno, con capillas vacías y en donde la mayoría de personas paso encerrado en sus domicilios a fin de evitar la propagación del COVID-19, que esta vez enciende las alarmas de la provincia hermana de Andahuaylas.