El 12 de diciembre, el niño salió de su vivienda ubicada a tres cuadras de la comisaría de Chincheros, Apurímac, para mirar lo que estaba pasando tras escuchar balazos en las calles. En ese momento, fue alcanzado por un proyectil de arma de fuego.
El padre del afectado no se enteró de lo sucedido hasta que uno de sus vecinos lo alertó. “Me avisó porque yo estaba en la chacra. ‘¿Qué haces acá? A tu hijo le ha caído una bala. ¿No sabes?’, me dijo. Me fui al hospital de Chincheros y los doctores me dijeron que era un golpe. Pero no fue así”, declaró Segundo Mateo Quispe en diálogo con Salud con Lupa.
Debido a la gravedad, el escolar fue trasladado a Lima luego de permanecer en el Hospital Regional de Ayacucho, donde en un inicio fue referido y no había personal capacitado para atenderlo.
El impacto le había destrozado el bazo y los médicos tuvieron que extraerlo. La bala se alojó en la columna y permaneció ahí hasta que fue retirada en el Instituto Nacional de Salud del Niño, de Breña.
“Mi hijo ahora está tendido en una cama, no mueve los pies, pero sí los brazos. Él estaba en segundo de secundaria. Es el último de mis tres hijos. (...) Por ahora, me quedo en el albergue del hospital, pero todavía no me dicen cuándo se recuperará”, añadió Segundo Quispe.